Después de las vacaciones estivales, donde podemos ver todo con más distanciamiento al alejarnos, por lo menos físicamente y por unos días, de la rutina diaria, es cuando más propósitos nos solemos hacer de cambio o mejora de nuestras vidas.

Cuando volvemos a nuestra cotidianidad, lo hacemos con nuevos planes y actitudes que contribuyen a verlo todo de forma más positiva, pues una vez más, en la distancia, tratamos de poner “cada cosa en su sitio”, y percibimos, o podemos vislumbrar en el peor de los casos, que está en nuestra mano mejorar nuestra vida, o conseguir mejores cosas que nos beneficien.

Incluso nos preguntamos, como aquello que parecía tan difícil de asimilar, ahora es mucho más entendible, lo cual nos complace. Nos hace estar más a gusto con nuestra vida y con nosotros mismos el hecho de saber que está en nuestra mano cambiar cosas que no nos gustan. A quien dábamos espacio a nuestro lado, sin tener que hacerlo, lo alejamos mentalmente, nos proponemos ahora “ponerlo en su sitio” a quien nos hizo algo que nos pudo ofender, incluso lo podemos perdonar, entender al menos. Lo que parecía no tener solución, encuentra nuevas respuestas y se logra ver desde otras perspectivas fuera de la rutina.

Pero en las vacaciones, ocurre que muchas personas, en vez de sentirse más relajados, en definitiva mejor, después de varios días de distanciamiento, no logran ni por asomo descansar, y se estresan aún más.

Los cambios, aunque sean a mejor, también son una situación novedosa a la que nos tenemos que adaptar. Esto también supone un estrés.

Cambiar de hábitos, muchas veces nos ralentiza, otras nos aceleran aún más, como cuando vamos a un maratoniano viaje, donde en vez de posibilidad de relax, lo que tenemos es mucha más actividad por no querer perdernos nada, aprovechar recorriendo y visitando hasta el último rincón, con lo que necesitaríamos después seguramente otras vacaciones para descansar de las vacaciones.

Pero lo preocupante es cuando estando tumbados en la playa, o caminando tranquilamente por la naturaleza, nos sentimos peor que si estuviéramos en la oficina. El estrés que llevamos incorporado, también lo tenemos que canalizar y apaciguar, y a veces cuesta, y lo que es peor, en muchas ocasiones se incrementa con otro estrés producido por nuestro nuevo modo de vida, que se nos antoja demasiado sedentario.

En nuestro día a día, solo el hecho de “hacer”, muchas veces ya es suficiente para tranquilizarnos. Pues al hacer muchas cosas, nos pensamos muy válidos y competentes. Sobre todo, sentimos que podemos controlar, llevar los mandos de nuestra vida, algo que nos da seguridad.

¿Qué pasa cuando solo estamos tumbados al sol? ¿Cuándo tan solo estamos leyendo un libro o no haciendo nada? A veces la inercia de la acción, a la que estamos acostumbrados, nos mantiene muchos días en zozobra tratando de encontrar un tronco al que asirnos en un mar muy revuelto.

Las personas con las que estamos de lleno, full-time en vacaciones, y que, en época laboral, solo vemos en determinados momentos, pueden estresarnos aún más. Aunque sean queridos familiares. Puede que en estos momentos no tengamos más remedio que interactuar y/o soportar, a aquellos que solo están a ratos a lo largo del año, como ocurre también en la época de navidad.

El caso es que el viento no es igual para todos, ni en este caso, el sol.

Si tu caso es el que verdaderamente consigues distanciarte de todo lo que te recuerde al trabajo, y consigues desconectar, ¡enhorabuena!

Habrás notado que las cosas en perspectiva se ven mucho más claras ahora, y que aumenta tu fortaleza mental para hacer frente a lo que te estaba martirizando y no sabías como resolver. Es más, te llenas de nuevos propósitos que ahora no te resultan tan inalcanzables, sino que estás seguro de que vas a ser y a estar mucho mejor al conseguir, (porque lo vas a conseguir), todo esto que te has propuesto.

Pero una vez más, acaba el verano y llegas a tu rutina, eso sí, lleno de energía positiva y fortaleza, deseando cuanto antes poner en práctica lo que has planeado. Sintiéndote nuevamente tú mismo y dispuesto a no cambiar esta sensación de bienestar por nada.

Y ocurre lo inevitable…

¿Cuánto tiempo esta inmersión cotidiana tarda en desviarte de tus propósitos? ¿Cuánto tiempo más puedes seguir positivo con la vista puesta en tus metas antes de que el primero de los problemas te sumerja en la más conocida de tus preocupaciones?

Las personas que están a tu alrededor, sin por supuesto quererlo ni desearlo, te desviaran de tus objetivos. La pregunta esta en cuanto tardaran en conseguirlo.

Cada persona tiene sus intenciones, objetivos y propósitos, e influirán en los tuyos lo quieras o no. Incluso como tú, entrarán en su día a día con su propios propósitos y preocupaciones, pero más tarde o más temprano, como a ti, les llegara la angustia y la preocupación. La vida no deja de ser una continua interrelación de personas. O un continuo fluir de amenazas a nuestra integridad y seguridad.

Lo que capta nuestra atención seguramente es, en contra de nuestra intención, lo que más llamativamente se anuncia con el cartel de “urgente”, aunque no sea tan importante. Entonces nos ponemos en acción, olvidando la dirección en la que nos hemos propuesto ir o las cosas que, según nuestro propósito, deberíamos hacer.

Es en este momento cuando entramos en la zona de peligro. ¿Qué pasa con lo que tan concienzudamente nos habíamos propuesto? ¿con nuestra intención positivamente racional y emocional de lograr lo que queremos y de estar como queremos?

La clave entonces en estos momentos es ser consciente de lo que nos pasa.

Solo no dejándose llevar por aquella forma mental que nos desconecta del presente, podemos afrontar lo que nos desvía de nuestros propósitos y buenas intenciones para con nosotros y con los demás.

El quid de la cuestión es darse cuenta de lo que está pasando, antes de dejarse turbar por las prioridades de los demás, o de dejarse otra vez atemorizar por lo que antes de irnos de vacaciones nos parecía imposible de solucionar.

Si conseguimos distanciarnos de la rutina, en la rutina, seremos capaces de seguir viendo nuestros propósitos claramente, al menos en el horizonte. Es importante no perderlos de vista, aunque provisionalmente los tengamos que postergar.

Aun así, cuando varios objetivos entran en conflicto, entonces acuérdate de tus prioridades. Esas que en tu cabeza te han parecido que merecían la pena, y las que seguramente están avaladas por tu corazón, por tu intuición, que en época de vacaciones, no se van de vacaciones.

Si no eres de los que han vivido unas felices, distantes y relajantes vacaciones, procura en las próximas desconectar de verdad, rodearte de naturaleza, deporte, y de buenas vibraciones. De gente con la que quieras estar. No podemos vivir esclavos de las obligaciones y las preocupaciones.

Respira consciente. Amplia tu consciencia para darte cuenta de lo que está pasando, y que nada te aleje del que debería ser el más claro de tus propósitos: estar lo mejor posible y procurar tu propio e íntimo bienestar.

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LOLA LOPEZ

AUTORA DEL LIBRO MINDFULNESS EMPRESAS. “LA EXCELENCIA EMPIEZA EN TI”.      http://myBook.to/MindfulnessEmpresas

TALLERES Y CURSOS DE MINDFULNESS PARA EMPRESAS. MINDFULNESS PARA LA EXCELENCIA EN EL LIDERAZGO

Webs: www.lolalopezpsicologia.com |  www.mindfulness-empresas.com

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