Estar en estado de flujo significa que lo que hacemos transcurre de manera fluida, espontanea, sin esfuerzo añadido. Cuando entramos en estado de flujo, podemos pasar horas disfrutando y a la vez, haciendo bien cualquier tarea, y el tiempo se pasa volando. Tocar un instrumento, pintar, descubrir una nueva fórmula matemática o desarrollar un pensamiento filosófico. Cualquier conducta que realizamos con consciencia y estando atentos solo a lo que nos ocupa.

Es el mejor escenario cuando se trata de crear y de mantener la conciencia plena, en aquello que es objeto de nuestra atención. ¿Pero como conseguir este Flow cuando estamos preocupados y en estado permanente de estrés? ¿Cuándo nuestra mente este vagando y perdida en sus propios pensamientos?, ¿Cuándo nuestra preocupación está centrada solo en nosotros y nuestros problemas?

Esta forma de “ocuparse” de los problemas, que nos trae la dispersión de la mente, termina llenando más la mochila de todo lo que no nos sirve, pero nos pesa. Nuestra forma de pensar va creando unos surcos que transitamos una y otra vez, como la vaca que sigue el mismo camino aunque sea el mas pedregoso, simplemente por el hecho de que lo ha aprendido.

Entonces es cuando debemos romper la espiral creando nuestra propia brújula, determinando cual es nuestro norte y nuestro sur. Se trata de dejar atrás muchos sesgos que nos hemos creado con el tiempo, que ha hecho que la mente mire de forma estrecha el mundo y su realidad. Hay que romper el círculo y encontrar la dirección que nos permita fluir, para tener flexibilidad e ir acomodándose, dejando que muchas cosas se vayan dando de forma espontánea y si forzar.

Para esto muchas veces tenemos que cambiar pautas de conducta que permitan a la lente subjetiva con la que miramos las cosas, no estar tan cargada de prejuicios, de frustraciones pasadas o de miedos. Y esto se consigue a través de la conciencia plena en el mundo que nos rodea, y tratando de notar las resistencias que existen por nuestra parte, que impiden que el camino sea más fácil y creativo.

Reforzar hábitos que no nos permiten fluir es apostar por dar vueltas siempre en el mismo torbellino, y hacer que nuestro circuito cerebral se “atrinchere” para tener los mismos comportamientos infructuosos, y lo que es peor, que no nos demos cuenta de que los tenemos.

Fluir es como un baile con la vida y con los demás, donde la generosidad, la amabilidad, y el quitarnos protagonismo con humildad, son un buen comienzo para ampliar la visión y deshacernos de hábitos que ya no nos sirven. Las conductas egocéntricas, que se inclinan a protegerme a “mí”, nos cierran los caminos. Las conductas altruistas son espontaneas y se basan más en las situaciones del presente. Nos abren horizontes. La energía que ponemos en ayudar a otros, se convierte en autocuidado, porque además de cambiar el foco desde el solo-existen-mis- problemas, a el comprender o paliar el sufrimiento de otros, refuerza las ganas de seguir haciéndolo. La empatía llama a la empaparía, y hace que nos sintamos mejor.

Lola López.

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