¿Cuánto tiempo faltara para que se cumplan tus sueños?

Soñar, esperar, imaginar, desear, perseguir, encontrar, llegar, lograr, conseguir…… hasta que …  ¡POR FIN!

¿Cuánto tiempo esperamos a que llegue las ansiadas dos palabras: ¡POR FIN!? y ¿Cuánto tiempo retenemos dentro de nosotros la satisfacción que nos dan esas dos palabras?

Pasamos la vida construyendo sueños, persiguiendo metas, tratando de estar con la persona que creemos idónea para nosotros, buscando el reconocimiento, el amor, luchando por vivir y sobrevivir, o tratando tan solo de encontrar aquello que mas se aproxime a lo que para nosotros es la felicidad.

Miramos en la distancia, larga o corta, a otros que nos parece que están donde a nosotros nos gustaría, con las personas que admiramos, haciendo lo que nosotros quisiéramos, estando donde nosotros creemos merecer estar, o donde querríamos conseguir estar…

Tratamos ser mucho mas de lo que parecen ser otros, de conseguir mejores resultados, de llegar alcanzar lo que otros no hicieron…

Buscamos pegas y problemas a todo lo que ya tenemos, ansiando lo que pretendemos tener, sin lo cual aún nos falta algo, que indudablemente, nos parece imprescindible para sentirnos ¡POR FIN! felices.

Esa parte, ese componente, ese plus que nos parece tan necesario para alcanzar la plena felicidad. Ese algo que acabara llenando el vacío para sentirnos ¡POR FIN! un ser “completo, pleno y feliz”.

Y ese algo, no llega nunca. Se va alejando según nos acercamos.

Cuando más cerca estamos de lo que queremos tener, mas anodino nos parece y menos importante es de lo que pensábamos, pues nuestras miras, ya se dirigen hacia algo que está más allá. Y pasamos por lo que ya hemos conseguido de puntillas, pues en ese momento, aun habiéndolo conseguido, carece ya de todo el valor que nos parecía tener en un principio, o este se ve ahora mucho más aminorado.

No podemos apenas disfrutarlo pues no hay tiempo que perder en esa carrera interminable hacia la consecución de lo que muchas veces, no sabemos qué es con exactitud.

Sin embargo, la idea de perder lo conseguido nos da pavor, pues perderlo, es algo que no queremos ni imaginar, por eso nos aferramos a ello de tal forma que condicionamos nuevamente nuestra libertad.

Volvemos a pensar que no seremos nada sin ello, mientras perseguimos con el pensamiento lo que ya es una nueva intención, que siempre está… más allá.

Ponemos condiciones permanentemente cambiantes a la felicidad.

“cuando consiga”, “cuando acabe”, “cuando llegue” …. Y el tiempo pasa, y nos encontramos en una carrera con mil…, un millón de participantes más.

Una carrera que no nos lleva a ningún sitio determinado, sino a correr sin parar hacia metas que se van sucediendo, con o sin un fin aparente. Que nos permiten justificar que hacemos sin parar y que tras esta hiper-acción, llegara seguro la recompensa. Esa recompensa que al fin nos hará sentir bien.

No aceptamos en realidad, que el camino es lo que importa, y que hay que vivir, ser y estar en ese camino, que nos debe recordar lo importante que es el proceso en el que estamos para conseguir la meta, no la meta en sí misma.

Que simplemente tenemos que vivir con la felicidad que nos da el estar respirando en este mundo y teniendo la oportunidad de vivirlo.

Que la envidia, el deseo de poseer, la culpabilidad, tan solo son algunos obstáculos que nos ponemos a nuestra propia plenitud. A nuestra ya innata libertad.

Y esas palabras ¡POR FIN! no llegan, o se nos escapan mucho antes de que podamos atraparlas.

El miedo a que no dure lo suficiente o a que aparezcan los problemas, ya nos está empujando en otra dirección. Sin apenas darnos cuenta.

Y a veces nos preguntamos … ¿algún día se cumplirá mi sueño?

Tal vez sí, o tal vez no.

Seremos mucho más conscientes de nuestras posibilidades si en la carrera dejamos de medirnos con otros, y si dejamos de luchar contra nosotros mismos, cuando no es contra nosotros contra quien debemos ir, al no salir las cosas como queremos.

En el Universo, no somos tan importantes como creemos. Conseguiríamos mayor felicidad, seguramente toda la felicidad que merecemos, sin mucho esfuerzo, porque desgraciadamente no depende de nosotros. No en su mayoría.

Pero al lado de la felicidad, se encuentra el sufrimiento. Y a ninguna de las dos cosas podemos escapar.

Al plantearnos nuevamente la pregunta inicial del título de este artículo, no podemos caer en la tentación de reformularla, o de escapar a ella, sino de tratar de contestar desde la plenitud que ya tenemos, y ya somos plenitud sin nada que debamos hacer. Así como ya sufrimos, aunque tratemos de evitarlo.

¿Cuánto tiempo faltara para que se cumplan tus sueños?

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