Cuando estamos en un punto máximo de tensión, habiendo dedicado gran parte de esfuerzo y tiempo ocupándonos de un problema, tratando de encontrar soluciones, es decir, cuando hemos rendido lo suficiente para estar cansados, o muy cansados, entonces es el momento de desconectar.
Este momento suele ser de máxima tensión donde si nos escuchamos, sentimos una desagradable sensación de ansiedad, o alguna molestia física como dolores de cabeza y contracciones.
Un paseo, una ducha, o solo respirar profundamente olvidándonos de los instantes anteriores, nos sirven de evasión, tan importante para volver después al problema. Debemos incluso obligarnos a perder tiempo en descansar, porque es tiempo ganado a la larga.
Cuando logras desconectar y te dejas simplemente fluir, sin pensar en absoluto en lo que te preocupa, evadiéndote de lo que te ha ocupado tanto tiempo, es cuando por fin, se encuentran las soluciones y las ideas.
Es por eso por lo que el esfuerzo, después de un largo tiempo preocupado por algo, debe encaminarse a buscar cualquier tipo de desconexión.
Todos los expertos coinciden en que el momento “eureka” llega después de la obsesión por algo, de haberle dado las suficientes vueltas al asunto, recabado toda la información, e incluso habiendo aprendido del problema, pero este momento de claridad mental donde se vislumbran las soluciones, siempre llega después de una desconexión posterior al mismo.
Es decir, debemos hacer algo que nada tenga que ver con lo que nos ocupa y preocupa para encontrar la solución y la idea creativa.
Se pueden emplear distintas técnicas para relajarnos y evadirnos. Solo desde la previa relajación, seremos más productivos y aumentaremos nuestro rendimiento. Antes de caer en el agotamiento, debemos ser conscientes de que estamos llegando a nuestro límite de tolerancia al estrés.
Obviamente todos somos responsables de cuidar nuestros niveles de estrés, pero la empresa en su conjunto puede ofrecer programas que ayuden a las personas a reducir estos niveles. Para ello, la dirección debe estar involucrada y transmitir la idoneidad de acudir a programas de reducción de estrés, ya que de otra manera, serán percibidos por los empleados como una pérdida de tiempo.
Cualquier esfuerzo en este sentido servirá para reducir los costes de absentismo y desarrollar el potencial productivo de las personas. Aunque pueda parecer una perdida de tiempo y dinero, practicas como mindfulness son muy fructíferas y eficaces.
Está muy claro que después de una respuesta de lucha o huida provocada por el estrés, debemos conseguir respuestas de relajación, y esto se hace aprendiendo a descansar y desconectar. Puede ser salir a correr, darse una ducha, hacer unas cuantas respiraciones conscientes, estar en silencio, algunos estiramientos….
El estrés nos activa, y cuando tenemos ante nosotros algún reto importante, es muy poderoso. Sirve para conseguir nuestros propósitos. Lo que ocurre es que llegado a un límite, nos satura, y es cuando empezamos a notar sus efectos nocivos sobre nosotros, además de hacer decaer nuestro rendimiento.
Los excesos prolongados de estrés acaban acarreando subidas de tensión arterial y problemas cardiovasculares, entre otros. Sin embargo, las endorfinas y dopaminas que producimos en estado de relajación mejoran nuestra sensación general de bienestar. Momento en el cual producimos respuestas más creativas y somos más productivos.
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LOLA LOPEZ
AUTORA DE LOS LIBROS:
- «MINDFULNESS EMPRESAS. “LA EXCELENCIA EMPIEZA EN TI”. http://myBook.to/MindfulnessEmpresas
- «MINDFULNESS. LA REDUCCIÓN DEL ESTRES»
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