Hay determinadas cosas que nos ocurren, ante las cuales nos sentimos amenazados, sacudidos, zarandeados, y que nos cuesta aceptar. A veces, no sabemos si debemos resignarnos, o si debemos luchar aún más.

¿Cuántas personas ante situaciones de crisis o de catástrofe, nos hemos visto indefensas? ¿Ante un despido de trabajo, un conflicto sentimental, ante perdidas, enfermedades, o situaciones límite? ¿Cuántas lo hemos pasado mal o muy mal ante determinados acontecimientos personales?

La respuesta es muy fácil de formular: Absolutamente todas.

A todos nos llegan situaciones conflictivas, bien de forma continua en determinados momentos de nuestra vida, una tras otra, por aquello de que “las desgracias nunca vienen solas”, o de forma aislada y temporal en el mejor de los casos, que nos sumergen en el estrés..

Ante todas aquellas situaciones de crisis que nos causan ansiedad, que puede ser prolongada, nuestros mecanismos de defensa psicológicos tratan de proporcionarnos como una “armadura de guerra”, para resistir esos momentos críticos.

Esta protección, suele estar compuesta por aquellas formas de defensa psíquica personal, que nos han funcionado alguna vez, o muchas veces, a lo largo de nuestra vida. Puede tratarse de aislamiento, de negación, racionalización, evitación, en definitiva, herramientas que desplegamos, muchas veces de forma inconsciente cuando llegan acontecimientos difíciles y traumáticos. Tratamos de amortiguar el impacto para no perder nuestro equilibrio emocional.

Es indiferente la estrategia que usemos. Cuando estamos sumidos en una situación prolongada de estrés, que nos hace vivir una ansiedad indefinida, gastamos mucha energía mental en defendernos de esa ansiedad. El problema es que mientras tanto, no vivimos plenamente lo que nos pasa, pues estamos muy ocupados en defendernos.

El afrontamiento de los problemas debería de ser real, buscando soluciones reales, de lo contrario, podemos perdernos en “estrategias mentales” que solo tengan como finalidad mitigar el sufrimiento, acabando aquí su cometido. Porque alejar la atención de lo que realmente nos está pasando, para sumirnos en lo que mentalmente nos pasa, al final, acaba siendo más imaginario que real.

Ya sabemos que la interpretación que hagamos de las cosas determinara en gran medida nuestro estrés, y por tanto nuestro esfuerzo cognitivo y emocional para salir adelante y sobreponernos a las situaciones de conflicto.

Aunque algunas personas tienen la facilidad para eludir muchas veces estas situaciones, por su predisposición a la positividad, lo cierto, es que la realidad se impone de forma brusca cuando menos lo esperamos. Y esto nos ocurre a todos tarde o temprano. Pocas, o muchas veces.

A veces nos tambaleamos más, otras veces menos. Depende de muchos factores. Entre otros, de la gravedad de lo que nos pase, de cómo este nuestro nivel de defensas o “reserva de resiliencia” en ese momento, pero, sobre todo, de la interpretación que hagamos de ello.

Esta interpretación será más aliada de nuestro propósito de superación, cuanto más fiel sea a la realidad objetiva, y no a nuestra tendencia de rumiación excesiva, que como en un enorme circulo vicioso, disminuye nuevamente nuestra resiliencia.

Por eso en Psicología decimos que “no es lo que no pasa, sino lo que pensamos de lo que nos pasa”. Sera la reserva de resiliencia que tengamos en nuestro “haber” ante estas situaciones difíciles, lo que fundamentalmente nos permita disponer del suficiente coraje para afrontarlas. En el caso de que podamos hacerlo. Otras veces, no nos quedará mas remedio que aceptar.

El estrés, podemos decir que muchísimas veces, es la consecuencia de una valoración subjetiva de los acontecimientos. Como dice Goleman. A veces, la ansiedad misma, ya dificulta la interpretación de la amenaza y la fiel evaluación de la situación.

Siempre damos respuestas cognitivas que minimicen el impacto de aquello que no podríamos superar de otra manera. Aunque no podemos cambiar el suceso estresante, si podemos amortiguar sus efectos emocionales en nosotros..

Realmente, todo sería más fácil en muchas situaciones, si supiéramos hasta qué punto debemos aceptar y hasta qué punto no debemos resignarnos.

Huir o luchar, o negar, o reprimir, es decir, defendernos cognitivamente, no siempre es la respuesta. Muchas veces la respuesta no es la lucha, consciente o inconsciente, sino la aceptación, para poder seguir viviendo sin “gastarnos” en el intento, y sin huir.

Es decir, tener la suficiente inteligencia y adaptabilidad para aceptar la situación con serenidad. En la serenidad finalmente encontramos la clave para salir del circulo vicioso.

Como explica el filósofo estadounidense Reinhold Niebuhr:

“Concédeme señor la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el coraje para modificar las que pueda transformar, y la sabiduría necesaria para distinguirlas”

En ocasiones, cuando somos incapaces de reducir la ansiedad al evaluar las situaciones, nos defendemos negándolas. Otras veces también hacemos uso de la memoria selectiva, tratando de olvidar aquello que tan duramente nos ha amenazado o herido. También se puede dar un rechazo frontal de la situación, e incluso un bloqueo mental. A fin de cuentas, sigue formando parte de la armadura que necesitamos.

Son estrategias mentales para afrontar y mitigar la ansiedad, pero no dejan de ser paliativos mentales.

Cuando la ansiedad requiere nuestra energía psicológica para defendernos de ella, esto como contrapunto, reduce la atención que prestamos a lo que nos rodea o nos ocupa. Por eso, muchas veces no debemos malgastar energías en luchar e intentar cambiar lo que tenemos delante, sino simplemente asumirlo.

La no aceptación produce más ansiedad, y como dice Goleman: “la ansiedad merma la capacidad de atención, debido a la irrupción espontánea de pensamientos y sentimientos en nuestra conciencia”

Por tanto, la ansiedad es lo que más obstaculiza nuestro rendimiento. Ya que somos incapaces de rendir cuando las preocupaciones y las amenazas secuestran nuestra atención.

Una forma de no vernos secuestrados o incapacitados por lo que nos supone amenaza, o nos produce una angustia desproporcionada, es simplemente dejar estar, aceptándolo.

No siempre es tan fácil, pero la serenidad y la calma interior, serán las mejores aliadas para resolver mejor lo que nos preocupa, o de resistir aceptando.

LOLA LOPEZ

AUTORA DEL LIBRO MINDFULNESS EMPRESAS. “LA EXCELENCIA EMPIEZA EN TI”.      PIDE TU LIBRO :  http://myBook.to/MindfulnessEmpresas

TALLERES Y CURSOS DE MINDFULNESS PARA EMPRESAS. MINDFULNESS PARA LA EXCELENCIA EN EL LIDERAZGO

Webs: www.lolalopezpsicologia.com |  www.mindfulness-empresas.com

 

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies
X