QUE HACER FRENTE AL ESTRES

Tratar de escapar del agobio que supone el estrés, es como acelerar un coche en la nieve para salir de un bache. Ponernos nerviosos ante cosas inoportunas o desgracias que se nos presentan no sirve de nada. Al estrés se le combate mirándole de frente, como al miedo.

A veces se nos acumulan tantas cosas negativas que perdemos la cuenta de lo que realmente está haciendo que nos sintamos mal. Cuando es algo rotundo como una pérdida importante en nuestra vida, es evidente que tenemos que afrontarlo, pero otras veces son pequeñas cosas acumuladas que se escapan a nuestro control, o cosas que no podemos conseguir a pesar de desearlas fuertemente.

Muchas de las ensoñaciones que tenemos, e incluso de las reflexiones obsesivas que nos atormentan, tienen que ver con la necesidad de conseguir lo que queremos a toda costa o lo que creemos que nos merecemos. Vinculamos lo positivo a la consecución de los deseos y hacemos de estos, prioridades.

Por eso ante el estrés, es mejor parar, observar, y ver que esta pasando. Analizar las causas y los efectos en nosotros de dichas causas, es decir, nuestros sentimientos y sensaciones. Comprender que es inevitable sentirse mal cuando ocurren cosas malas , y que debemos soportarlo sin tratar de escapar de los sentimientos negativos que desencadenan estas causas. Escapar el efecto del estrés no sirve de nada.

Pero si nos sirve analizar hasta que punto lo que queremos, y no nos llega, está condicionando nuestro malestar, en otras palabras, hasta qué punto estamos condicionados por lo que deseamos, y por lo que interpretamos sobre nosotros mismos cuando no lo obtenemos. La culpabilidad y la autoexigencia actúan de abono en el malestar subjetivo cuando se trata de interpretar.

Un deseo no tendría por qué ser una necesidad urgente como lo es por ejemplo el alimentarse para vivir. Buscando que se cumpla lo que deseamos, o aquello de lo que queremos huir a toda costa, caemos en la trampa del estrés, porque todo lo que no se aproxime al final feliz que esperamos, será estresante por no sentirnos satisfechos. Y la insatisfacción también forma parte del juego.

En el camino, entre la proyección del sueño y la consecución del objetivo, hay muchas paradas, y las variables del trayecto están sometidas, como todo, al cambio. Nos comportamos como hemos aprendido que debemos hacerlo para conseguir  las metas, pero estos comportamientos nos fallan, porque estaban asociados a variables diferentes a las que tenemos ahora. Saber que estos comportamientos condicionados por nuestra historia pasada ya no nos sirven, nos puede estresar  aún más si no somos conscientes de la necesidad de cambiarlos por nuevos hábitos.

Nuestro mayor deseo es ser felices el mayor tiempo posible, pero esto tiene mucho mas que ver con objetivos sublimes como sentirse pleno, querido o en paz, que con placeres hedonistas urgentes.

Lola López

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