Muchos estudiosos del tema han tratado de encontrar las razones y los métodos que hacen a las personas más eficientes, a la vez que más fuertes para enfrentarse a la vida.

De hecho, se han formulado y aplicado, muchas propuestas, en base a experimentos, para sacar el máximo partido de nosotros, para ser más plenos, adecuados, efectivos y felices.

Dos conocidos psicólogos americanos, ya estudiaron hace más de cien años la relación entre lo que llamamos estrés, y nuestro rendimiento. Sus investigaciones quedaron resumidas en la ley de Yerkes -Dodson, donde se trato de especificar de qué modo el cerebro actúa para que obtengamos un mayor o menor rendimiento. Sea de la índole que sea.

Según estos dos investigadores, existen unos estados por los que todos pasamos alguna vez.  Estos estados son: el estado de flujo, el de desvinculación y el de sobrecarga.

Cuando estamos haciendo un esfuerzo continuado en estado de flujo, es cuando mayor puede ser nuestro rendimiento.

Y este estado de flujo, se da cuando tenemos la suficiente resiliencia para contrarrestar las dificultades y los obstáculos que la vida nos va poniendo en el camino. Es decir, cuando estamos en un nivel optimo de resistencia al estrés.

Este nivel sería el adecuado para activarnos, sin deprimirnos ni angustiarnos. Determina el grado de estrés que podemos soportar y que a la vez necesitamos para movilizarnos, motivarnos e incluso entusiasmarnos para conseguir cosas.

Cuando estamos motivados y nos sentimos vinculados a un proyecto, es cuando podemos funcionar con mayor efectividad.

Percibimos el estrés, pero nos percatamos de que no nos desborda ni mucho menos, porque sentimos que somos capaces de hacerle frente y que, es más, podemos conseguir resultados al sentirnos activados por él.

El estrés entonces sirve como detonante positivo. en vez de como desmotivador negativo.

Muchas veces, el camino es lo motivador, no el objetivo o la meta. A medida que avanzamos en algo en lo que nos sentimos comprometidos por iniciativa propia, llegar a esa meta u objetivo es tan solo un aliciente, pero el disfrute y el placer, esta en los pasos que damos por alcanzarlo.

Hay un nivel optimo de estrés, distinto para cada una de las personas, que podemos representar como una balanza. A un lado, se sitúa nuestra resiliencia o digamos, nuestras reservas y fuerzas para enfrentar lo que nos oprime, exige, nos preocupa o causa sufrimiento e incomodidad, y por otro lado están las preocupaciones, frustraciones, las exigencias del entorno, es decir, lo que nos puede generar “estrés malo” o distrés.

Cuando esta balanza se desequilibra en favor de las demandas del entorno, porque hay demasiada sobrecarga, entonces nos sentimos mal, desbordados y nos conformamos tan solo con sobrevivir.

Esto supone que dejamos de prestar atención a las cosas, tratamos de buscar otros alicientes que nos compensen de esta sensación displacentera, de frustración e impotencia que surge del distrés, y no vivimos el presente, con lo que esto lleva implícito.

Al estar en otro punto del tiempo (pasado o futuro) con nuestra cabeza, el presente nos aburre, nos es indiferente. Ta solo queremos evadirnos. Estamos en riesgo de caer en adiciones, por ejemplo. El rendimiento no es lo que nos importa precisamente. Las hormonas producidas por el estrés como el cortisol se adueñan de nuestra voluntad.

Cuando nos aburre lo que hacemos, dejamos de implicarnos y cualesquiera cosas que requieran rendir algo más que lo preciso, carecen de nuestro interés. No se puede pedir compromiso por ejemplo a un empleado que no se siente motivado.

Cuando estamos en nuestro nivel de rendimiento óptimo, es decir, el estrés no consigue desbordarnos, sino que tenemos fuerza para enfrentarlo, le hacemos frente con positividad, las mismas hormonas del estrés hacen que se active el rendimiento.

Es lo que llamamos estar cargados de adrenalina, que es el nombre de la hormona que segregamos, y entonces, sí que estaremos motivados para conseguir algo que vemos como un reto. Este nivel de rendimiento optimo es lo que llamamos el flujo. Se consiguen cosas, se rinde fluidamente.

En este estado de flujo, conseguimos autorregularnos. El estrés no nos desborda, sino que lo aceptamos como motor que nos activa. Cuando se da este estado de flujo, es cuando más podemos rendir. Es cuando más partido podemos sacar a nuestros talentos.

Podemos decir que el secreto es estar en nuestro nivel óptimo, y que cuando vemos que nos acercamos a nuestra zona de peligro, tratemos de ser conscientes de lo que nos esta pasando, y no verlo como una tragedia o algo irremediable, sino como una oportunidad para hacer algo mejor o llegar a alguna meta.

El estrés no es malo ni bueno en si mismo, depende de cómo lo interpretemos y manejemos.

El problema de muchas empresas es que tienen un alto porcentaje de empleados desmotivados, poco comprometidos, y que se sienten desvinculados.

También que en sus plantillas hay personas que han llegado al estrés crónico. Casi irremediable. Les exigimos y se les contrata para hacer algo que no están en condiciones de hacer, aunque casi nunca lo sabemos, seguramente ni ellos mismos, hasta después de pasado tiempo, y viendo el problema que supone.

El estrés crónico, es un estrés malo que se ha prolongado en el tiempo, ante el que se ha claudicado por no tener la fuerza personal para hacerle frente. Es como rendirse ante el enemigo.

Pero es que verdaderamente, a veces a lo largo de un mismo día, semana, o años, se suceden toda una serie de frustraciones y hechos poco, o muy estresantes. Nuestro nivel optimo de capacidad para resistir el estrés, baja un poco cada vez, y muchas veces, aun no le ha dado tiempo a reponerse, cuando el siguiente hecho estresante se produce, aminorándolo. Si seguimos teniendo mas impactos estresantes, los cuales tratamos de enfrentar desde un nivel cada vez menos optimo de resistencia, entonces es cuando podemos caer en el estrés crónico, que no podemos remontar, o hacerlo con mucha dificultad.

Desafortunadamente no somos como los animales que se reponen rápidamente del hecho estresante, volviendo con naturalidad a su momento presente, somos mas bien como una centrifugadora de pensamientos, que necesita asimilar, recapitular, buscar explicación, comparar con situaciones parecidas, victimizarnos, planificar para que no vuelva a ocurrir, lamernos las heridas…. Necesitamos mucho más tiempo que los animales para entrar de nuevo en estado de reposo y reducir nuestro nivel de estrés.

Pero además de la adrenalina, también segregamos oxitocina, en situación de estrés, ya que nuestro cuerpo que sabiamente tiende a auto regularse, buscamos la conexión y el apoyo de los demás. La oxitocina es una hormona muy presente en las madres con sus recién nacidos. Es la hormona de la conexión, y se dispara en situación de crisis, no solo propias, sino ajenas. Alguien que desinteresadamente se preocupa en ayudar a los demás, tendrá menos riesgo de caer en el distrés. Ser sociables y ayudar a otros, nos hace más resilientes.

Caer en el distrés o burnout, nos hace ser cada vez más rígidos, más inflexibles, tener menor claridad mental. Y, sobre todo, nuestra capacidad de atender y de aprender disminuye notablemente, pues el torrente de cortisol que segregamos (hormona del estrés), puede incluso desconectar nuestras redes neuronales, y tener acusadas pérdidas de memoria.

Una política que es importante al contemplar la mejora del elemento humano de las empresas, por tanto, es medir la tolerancia al estrés de sus empleados, sus niveles óptimos de resistencia ante la frustración y la presión.

El segundo paso es darles todas las herramientas necesarias para que puedan enfrentar el estrés y las dificultades, pues de esta manera, les estamos capacitando para ser más felices y más eficientes.

Cuando en una empresa se empieza a ver un declive del rendimiento personal y global de las personas que están involucradas en un proyecto, mejor coger el toro por los cuernos, hablar de estrés sin tapujos, y proporcionar las armas adecuadas para enfrentarlo. La formación psicoeducativa está hoy día muy presente en la conciencia colectiva. ¡Usémosla!

¿De qué sirve un curriculum brillante, un CI altísimo, y un historial laboral impoluto si no tenemos interiorizadas las herramientas que nos sirven para no sucumbir ante el estrés?

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LOLA LOPEZ

AUTORA DEL LIBRO MINDFULNESS EMPRESAS. “LA EXCELENCIA EMPIEZA EN TI”.      http://myBook.to/MindfulnessEmpresas

TALLERES Y CURSOS DE MINDFULNESS PARA EMPRESAS. MINDFULNESS PARA LA EXCELENCIA EN EL LIDERAZGO

Webs: www.lolalopezpsicologia.com |  www.mindfulness-empresas.com

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