Podemos sentir vergüenza y culpabilidad cuando nos vemos en la tesitura de estar siendo juzgados por otros. En el fondo, tenemos miedo a ser rechazados. La inseguridad y la timidez tienen que ver con el miedo al rechazo. Pero son obstáculos que nos impiden desplegar todas nuestras cualidades, y nos frenan ante determinadas situaciones.

En el fondo se trata de un temor irracional de ser mal juzgado o despreciado. Quien es tímido, no nace tímido. Simplemente ha pasado por experiencias donde se ha sentido poco valorado, rechazado o dañado.

Cuando somos niños, no comprendemos muchas cosas, simplemente las absorbemos y tratamos de integrarlas en nuestro simple esquema de valores. Cuando los niños pasan por una situación de “bullying” por ejemplo, pueden introyectar la idea de que la culpa es de ellos por ser malos o poco válidos. La autoconfianza y la autoestima se empiezan a forjar en los primeros años y un niño se cree todo lo que le digan de si mismo, de la misma manera que cree en los Reyes Magos o en el Ratón Perez.

Algo curioso es que los grandes tímidos son también grandes osados en ciertos momentos, por esa tendencia que tenemos a la compensación, y cuando nadie lo imagina, sorprenden, porque han conseguido desarrollar mecanismos defensivos que le dan más seguridad que al resto en determinadas circunstancias. La timidez puede circunscribirse a algún aspecto de nuestra vida, o con relación a ciertas personas, y quedarse ahí, siendo capaces de avanzar y progresar en otros ámbitos personales. Este es el caso de quien es muy bueno en su profesión por ejemplo, y un gran tímido con personas de sexo contrario.

El miedo al rechazo está relacionado con la autoestima y con la imagen que tenemos introyectada de nosotros mismos. En nuestro intento por que nuestro autoconcepto quede a salvo, lo protegemos aislándonos de lo que nos parecen peligros. Porque a todos de una forma u otra nos afecta el hecho de poder ser rechazados, en muchas circunstancias de nuestra vida, y esto es lo mas normal del mundo porque somos humanos.

El miedo al rechazo es tan solo miedo, y el miedo se desplaza de un objeto a otro. Nunca va a disminuir si no se enfrenta, hay que tratar de hacer las cosas que nos dan miedo, con miedo. Es un error esperar a que el miedo se vaya para actuar, porque nunca lo hará.

El rechazo forma parte de la vida. Nos rechazan muchas veces desde que nacemos hasta que morimos. Muchas puertas se cierran, otras, ni siquiera se abren, pero esto no debemos tomarlo como algo personal. Si ya es muy difícil juzgar con muchos datos objetivos, cuanto más lo es cuando no se conoce a las personas. Por eso el rechazo no se debe ver como un error nuestro, más bien podría ser un error del otro, por no darse cuenta de cómo somos en realidad, o por estar bajo unas circunstancias subjetivas que distorsionan la imagen que tiene de nosotros. ¿No es verdad que “lo que Juan habla de Pedro, habla más de Juan que de Pedro”?

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies
X