Cuando menos lo esperamos, se presentan acontecimientos inesperados que nos traen el conflicto y a veces, el caos en nuestra vida. Aparecen como espesos nubarrones negros que nos obligan a movilizarnos en uno u otro sentido para capear la tormenta.

Son situaciones de estrés que nos ponen en alerta y ante las cuales, realmente podemos desplegar toda nuestra creatividad, aunque solo sea para buscar soluciones que nos eviten el sufrimiento y la catástrofe.

Al margen de estos acontecimientos repentinos, a pesar de que necesitamos sentir el orden y la organización a nuestro alrededor, en la vida no podemos tener todo controlado. Es imposible. Por eso, aceptar un cierto grado de desorden y caos en nuestra existencia, nos prepara para futuros hechos productivos y creativos. Sobre todo, nos prepara para hacer frente a desordenes de mayor importancia.

En ocasiones, el desorden implica que necesitemos hacer un esfuerzo mucho mayor, y poner nuestros cinco sentidos, para subsanar esa deficiencia que nos trae lo poco organizado, o las carencias, o los cambios incesantes que se producen en la vida.

El desorden y el caos sirven de acicate para poder superarnos, para buscar nuevas soluciones a nuestras crisis.

Obviamente, para crear, para innovar, necesitamos saber, haber experimentado, tener cierta experiencia sobre aquello que pretendamos crear. Necesitamos indudablemente una base de sabiduría y experiencia.

Por ejemplo, pilotar un avión, seria imposible, si no tuviéramos los conocimientos y la experiencia para hacerlo, pero una vez que los hemos adquirido, en situación de caos, estaremos bien preparados para superar cualquier adversidad, pues nuestro esfuerzo por conseguirlo será más efectivo.

El estrés, con una cierta dosis de conocimiento, un adecuado grado de inconformismo, y una disposición positiva, moviliza nuestra creatividad. Somos más divergentes en situaciones de crisis.

Deberíamos estar dispuestos a aceptar cierto grado de desorden en nuestras vidas, como Jon Kabat Zinn diría, «vivirlo con plenitud», porque el desorden es inherente a lo que nos rodea. No todo esta controlado, y si lo llegara a estar en todo caso, nos impediría aprender lo necesario para defendernos de él cuándo este se presenta de una forma contundente.

La aceptación del caos es, por tanto, una premisa importante en nuestro crecimiento.  A veces nos implicamos tanto en organizar nuestra vida, todo lo que nos rodea, que nos olvidamos de que, del desorden, surge la creación y el aprendizaje.

La innovación no se logra plenamente en el orden, sino en el caos y en los periodos de crisis. Como adaptación al cambio.

La improvisación y las decisiones rápidas, muchas veces nos proporcionan mejores soluciones a los problemas y conflictos, que lo debidamente planeado y estudiado minuciosamente. De hecho, somos animales emocionales, y la mayoría de nuestras decisiones se toman desde el instinto. A pesar de eso, muchas veces suelen ser las mejores decisiones.

La situación inesperada es el caldo de cultivo para que surja una idea creativa. Nos saca de nuestro habito, y nos obliga a buscar soluciones.

Si siempre nos sintiéramos satisfechos con nuestra vida y con todo lo que nos sucede, no podriamos sacar partido de la frustración, y de esta, también se aprende. Nos ayuda a superarnos. Es por eso por lo que cualquier sentimiento negativo que nos surja, también nos da la oportunidad de crecer.

A veces es necesario tocar fondo, bajar, para poder volver a subir. Nuestra necesidad de estabilidad, y la sensación de poderlo tener todo controlado es clara, pero tan solo una utopía. Cuanto más advirtamos nuestro papel aleatorio en nuestro propio universo, más disposición tendremos a aceptar el caos.

Cuando un camino se cierra, nos vemos obligados a buscar otro. Si todos los caminos nos llevaran al sitio esperado y estuviera dentro de lo previsto, no existiría lo novedoso, no se encontrarían nuevos rincones en los que investigar, y nos estancaríamos en lo previsto.

Cuando nos encontramos en un “callejón sin salida”, a menudo no somos capaces de advertir sin embargo que la salida existe. Muchas veces más cerca de lo que pensamos. Otras, basta con cambiar el rumbo. Es nuestra mente quien nos aprisiona. Nos hace sentirnos anclados en un punto. Tan solo atados por un hilo muy fino que podríamos romper con el mínimo esfuerzo, pero que sentimos como una cadena de hierro con candado, cuya llave aun teniéndola, no sabemos usar.

¡Qué fácil seria si pensáramos y sintiéramos mas positivamente sobre nuestra capacidad de crear en el caos!

En todos los ámbitos de la vida, también en las empresas, necesitamos encontrar nuevos caminos poco habituales, más bien empedrados, si no, estaríamos condenados al fracaso permanente.

De ahí que la innovación supone una aceptación del desorden, un convencimiento de que hay puertas que se cierran, y que está en nuestra mano encontrar otras que se abran.

El estado de alerta que conlleva el que algo se descontrole, es el preámbulo para sacar lo mejor de nosotros mismos.

Por eso, el fracaso, la frustración, la impotencia desencadenan en nosotros nuevas formas de inventarnos, al buscar nuevas maneras de afrontarlos. Es bien conocido el hecho de que de las malas situaciones salimos reconstruidos y fortalecidos.

Pero debemos entender las situaciones de frustración, para no rehuirlas. Esto no quiere decir aliarnos con ellas, sino afrontarlas desde la consciencia.

Por eso la preocupación, debe empezar por la aceptación de la crisis, y también por “olvidarnos” en un segundo paso de ella, para que afloren a nuestra consciencia las soluciones.

Dejar paso a los miles de distracciones que nos alejan de nuestro propósito y desvían nuestra atención, a veces sirve de detonante. Es por eso por lo que las personas con hiperactividad, que tienden a distraerse más fácilmente, pueden tener una capacidad creativa mayor. Al estar distraídos, pero manteniendo la consciencia abierta, estamos dando paso a la creatividad.

Para aquellas personas que son capaces de crear en un campo, pues tienen la preparación necesaria, y se han esforzado por encontrar otras posibles alternativas en sus actividades, incluso se han obsesionado con ello, las distracciones y los imprevistos pueden convertirse en el caldo de cultivo de creaciones geniales.

La meditación en la Atención Plena nos da claridad mental. Y la claridad mental es capaz de hacer llegar a nuestra consciencia ideas innovadoras, que se han fraguado en la obsesión y la preocupación, pero que reaparecen en el momento menos pensado.

Uno de los enemigos de la creatividad es el aburrimiento y por supuesto, el conformismo. Contar con personas inconformistas que no siempre están de acuerdo con el patrón establecido y con los métodos usuales de proceder, es bueno. Es interesante sacar partido de aquellas personas dentro de la empresa, que a pesar de parecer rebeldes inoportunos, son probablemente la mejor fuente de innovación.

Las zonas de confort nos permiten estar cómodos, pero juegan en contra de la originalidad y la creatividad.   

 

LOLA LOPEZ

AUTORA DEL LIBRO MINDFULNESS EMPRESAS. “LA EXCELENCIA EMPIEZA EN TI”.      PIDE TU LIBRO :  http://myBook.to/MindfulnessEmpresas

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