A veces nos olvidamos que el elemento humano es lo más importante, y que su actitud en el trabajo, así como su satisfacción, es algo primordial para el buen funcionamiento de las distintas áreas de la empresa, y del rendimiento global de la misma.
Invertir en la felicidad de tus empleados, es invertir en el presente y el futuro de la compañía. Es invertir también en el presente y el futuro de las personas que forman la empresa.Además de contribuir a una sostenibilidad social y laboral a largo plazo, cuya consecuencia será, generar más bienestar futuro.
Lo que ocurre con las personas, en todos los ámbitos, también en el de la empresa, es que sentimos como personas. Esto es común a todos. Indistintamente de la cultura, religión, ideología, el fondo del ser humano es el mismo. El mecanismo que hace funcionar las mentes, y las conductas, es tremendamente parecido en cualquiera de nosotros. Actuamos para conseguir beneficios y satisfacción. Y escapar de lo que nos produce malestar y sufrimiento.
En un entorno laboral, se dan miles de circunstancias donde intervienen nuestras limitaciones, y también nuestras capacidades y recursos a la hora de actuar. La inmediatez que exigen las decisiones y las acciones, muchas veces fuerzan nuestra “maquina interna”, y respondemos automáticamente. Sin ser conscientes. Sin afianzar las bases de nuestra prioridad como personas, sino solo actuando como meros instrumentos humanos.
Nos olvidamos de nosotros mismos, y, por tanto, nos importa poco el sentimiento y el bienestar ajeno también. Esto va creando un clima laboral insostenible, que empeora poco a poco, los resultados en el trabajo.
Muchas veces, nuestras capacidades y recursos, quedan enmascarados, muy aminorados, por los miedos que acarrean las circunstancias laborales, que nos hacen sentir y pensar que no somos lo suficientemente buenos. Que no estamos preparados lo bastante. Que siempre hay alguien mejor. Que no merecemos ser considerados porque “no damos la talla”. Todos estos pensamientos, son nuestras limitaciones.
Al final, podemos dar la razón a quienes efectivamente piensan asi de nosotros, y también convenciéndonos de que merecemos la descripción de “incapaz”, aun no siendo verdad.
Y nos equivocamos. Somos capaces de todo.
Tenemos recursos para salir de los problemas. Pero nos vemos bloqueados por las circunstancias, y por la imagen que vamos interiorizando de nosotros mismos.
Una persona bloqueada y con esta visión negativa de sí mismo, una persona desbordada por los acontecimientos y exigencias del entorno, superada por el estrés, también toma decisiones que involucran y afectan a otras personas.  Se relaciona “como puede” para sobrevivir, y lo hace de una forma automática, no consciente.
Le importan poco los sentimientos de los demás y el resultado de su comportamiento respecto a ellos, porque trata de salvaguardarse a sí mismo y sobrevivir. Su energía vital, en ese momento, no da para más.
En este escenario, tan común en nuestro día a día, la empatía deja de existir. Los juicios sobre los demás se hacen más explícitos y crueles. La sensación de soledad y el aislamiento aparecen a menudo como una constante.  El miedo a la exclusión y a la desconsideración nos asalta llegando a convertirse en pesadilla. Todo ello, determina un torbellino de pensamientos y sentimientos tóxicos en nosotros.
Y muchas personas infelices y desbordadas, crean un clima laboral inestable y poco eficaz.
Esto, crea una cadena de personas insatisfechas, luchando por sobrevivir aisladamente sin importarle muchas otras cosas, y buscando resultados precipitados, en un entorno marcado por la rapidez en detrimento de la calidad.
Si las organizaciones lo componen personas que luchan por un objetivo común, es lógico pensar que cuando la cohesión y el entendimiento es más claro, mejor se conseguirá el objetivo.
Si no eres o han sido victima alguna vez del “burnout”, o de una situación insostenible, o de un “laberinto- aparentemente-sin-salida”, es que has sido extraordinariamente afortunado, porque todo esto existe a diario, en las empresas, y en cualquier organización social y laboral.
Darse cuenta de que podemos hacerlo mejor, es darse cuenta de que podemos movilizar nuestros recursos internos. Todos los tenemos, aunque a veces permitimos ser enterrados por esta “avalancha de demandas externas”, que nos desconectan a la larga de nosotros y los demás, sin remedio.
Mindfulness es una propuesta eficaz. Mindfulness, es una práctica que ya está ayudando a muchas personas a integrar en sus vidas su propio conocimiento y el de los demás.
A traer serenidad y calma, fomentando un clima laboral adecuado y consiguiendo bienestar, y fluidez, en las relaciones entre los empleados, y favoreciendo la consecución de metas en la empresa.
Si queremos buenos resultados, no hay nada más inteligente que invertir en humanización.
La humanizacion es el camino del exito .

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