Conectar con esta parte humana vulnerable que todos somos, parece tarea fácil pero no siempre es así, porque no permitimos la mayoría de las veces que esta salga a la luz. Preferimos ignorarla porque no nos gusta saber que no podemos con todo.

Es de esa manera, revistiéndonos de mas y mas protecciones, como nos aislamos de nuestra verdadera esencia y nos aislamos también de los demás, o nos enfrentamos abierta o indirectamente a ellos, lo que no hace sino reforzar el malestar. La ira, el odio, la frustración, la vamos camuflando para resistir y no ser influidos negativamente por todo lo que venga de fuera. Especialmente por resquemor y por miedo a ser mas heridos de lo que estamos.

Creemos que ocultando la vulnerabilidad nos hacemos más fuertes, cuando es todo lo contrario. Esa parte que creemos negativa para subsistir es precisamente la más sabia, a la que debemos prestar más atención, porque es la que nos cura las heridas, y todos las tenemos. Unas veces hemos podido curarlas en el camino, y otras no hemos sabido hacerlo, o la vida ha ido tan acelerada que no nos hemos permitido parar para hacernos cargo de ello.

Por eso hay que aceptar que forma parte de la naturaleza humana sentirse vencidos, y que reconocerlo nos acerca a la solución de lo que puede acabar en un mal estado de ánimo, prolongado en riesgo de depresión, simplemente porque hemos seguido adelante contra viento y marea sin darnos cuenta de nuestros límites. Todos los guerrer@s necesitan un alto en la lucha, y muchas veces simplemente nos viene mejor tratar de ser superhéroes, cuando somos humanos.

Si la vida te esta exigiendo demasiado, hay que valorar que parte debemos seguir aceptando de la vida y que carga podemos seguir soportando, porque por encima de todo esta nuestra salud, y esto implica cuidarse en todos los sentidos. No siempre estamos preparados para luchar de la misma manera y no todo compensa siempre. Aunque no se pueda huir de las responsabilidades, ni de las cosas malas que nos pasan, si podemos elegir como queremos tomarlo y reconocer nuestra parte más débil para aliarnos con nuestra fuerza

La mayoría del sufrimiento que soportamos tiene que ver con cosas relacionadas con los demás. Cuando nos ignoran, nos atacan, no nos entienden, no nos valoran, nos menosprecian, nos acarrean problemas, no nos tratan como esperamos, no cubren nuestras expectativas… y este sufrimiento acaba muchas veces en ansiedad, que es una palabra muy psicológica, pero que podemos llamar también angustia, agobio, inquietud… Es decir, esa extraña sensación que nos hace sentir mal, pensar que no estamos bien, que nos hace huir  hacia adelante o nos paraliza de impotencia, que nos quita la ilusión, las ganas de hacer cosas, que muchas veces nos llena de tristeza, y otras de ira.

La ansiedad es la materia prima de que se compone el peor sufrimiento, que desemboca en la enfermedad. El núcleo de las neurosis, en sus distintas versiones, es la ansiedad, que se escapa de nuestro control. Lo peor es que esto ocurre muchas veces porque hemos tratado de controlarla demasiado, por eso hay que ser conscientes y si necesitamos ayuda, pedirla. No dejar que la montaña siga creciendo. Mejor aceptar nuestra vulnerabilidad.

Lola Lopez

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