A diario nos pasan muchas cosas. Agradables, menos agradables, y también desagradables. La vida nos trae muchos cambios negativos, incluido el sufrimiento, el dolor, el malestar, a los cuales nos aferramos, paradójicamente, como una inmensa contradicción, en nuestro intento de huir de ellos. No nos damos cuenta de que el secreto está en la aceptación, y no en la resistencia.
Efectivamente, nuestra conducta puede ser de resistencia a lo que nos ocurre, y cuando excede a nuestro control, también nos produce impotencia. Cuando las cosas desagradables, o que nos proporcionan sufrimiento, llegan a nuestra vida, son muchos los sentimientos asociados y las respuestas que damos ante ellos.
Cualquier cosa que en un momento determinado nos hace sufrir, o cualquier cosa a la que nos aferremos por el temor a perder, y por ende pasarlo mal, nos produce una alteración emocional, que podríamos alargar en el tiempo, si no sabemos gestionar.
Buscar la forma de cambiarla, es una de nuestras motivaciones, pues nos da equilibrio. El equilibrio nos da estabilidad emocional, y nos hace sentir mejor. Pero el equilibrio, también se encuentra en la aceptación.
Las cosas que no queremos perder, o que no nos gustaría que ocurrieran nunca, también suceden, y luchar contra los estados emocionales que nos producen muchos contratiempos o sufrimientos, luchar contra aquello que ha llegado para quedarse, más o menos tiempo, es una mala apuesta.
Pues a todo aquello que te resistes, persiste.
Resistirse o negar lo desagradable no es lo aconsejable, pues cuando tratamos de luchar contra aquello que no queremos, o contra aquello que nos produce malestar o ansiedad, generamos el efecto contrario, es decir, lo alargamos en el tiempo y lo empeoramos.
Remar contra corriente no es la solución, sino soportar el peso.
La asimilación de determinados acontecimientos no tiene que ver con la resignación, sino con la “no resistencia”, y esto, juega a nuestro favor. Aceptación, no es resignación.
Cuando por ejemplo nos obsesionamos con que no nos llega el sueño, a la hora de dormir, creamos más ansiedad para poder hacerlo, que cuando aceptamos que tenemos insomnio, no nos preocupamos, y pensamos que ya llegara. Es decir, tratamos de relajarnos simplemente.
O como cuando nos resistimos o negamos la muerte de algún ser querido. Sabemos que no conduce a nada. Aceptar los sentimientos que lo producen, nos hará poder superarlo mejor, pues nada se puede hacer contra esta situación objetiva.
La resignación es negarse a buscar salidas, es dejar los brazos caídos esperando que lo que queremos resolver o mejorar, se resuelva solo, o lo hagan otros.
Lo lógico es que tratemos de mejorar o cambiar lo que nos hace sufrir. Lo que no nos gusta. Es humano mejorar las situaciones, las condiciones, buscar soluciones que nos beneficien y que eliminen el malestar. Sin embargo, se trata de aceptar el malestar, la tristeza, la impotencia, el desamparo, el enfado que nos produce aquello que empeora algunos momentos en nuestra vida. A veces, no solo los empeora, sino que nos la cambia radicalmente.
Solo es cuestión de tiempo. Nuestra psiquis, se estabiliza y se recompone. La asimilación y la mejora, llega con la aceptación. Nuestra naturaleza es sabia, y la mayor parte de las veces, conseguimos superarlo con el tiempo, pero pasa por la premisa de que debemos permitirnos soportar el dolor, el malestar, la contrariedad, la impotencia. Es la única manera de ganar la batalla cuanto antes, a lo que no nos gusta y desestabiliza.
Al resistirnos infructuosamente, tensamos la cuerda. Estamos dando mucho más peso con nuestros pensamientos a lo que vivimos, y entramos en un círculo reforzante del malestar, ampliado por juicios que emitimos paralelamente. No se trata de adaptarnos al sufrimiento y el malestar, sino de aceptarlo.
Al aceptarlo, dejaremos de aferrarnos a él. Si dejamos de tensar a cuerda, es decir, si dejamos de resistirnos a lo que nos pasa, encontraremos más pronto soluciones y salidas. Si al final, desde la tranquilidad, no las encontramos, tenemos que prepararnos para aceptar. Aceptando conseguiremos mucho más, y todos los efectos negativos pasaran antes, que si luchamos contra ello.
Para conseguir que nuestro equilibrio emocional no se rompa, ante las olas gigantescas de los problemas que a veces nos amenazan, debemos:
- No huir, sino tratar de conectar con ese sentimiento todo lo que podamos, aunque nuestra tendencia sea el rechazarlo.
- Aceptar que son experiencias malas por la que todos pasamos. Tratar de no rumiar, ni agobiarnos por ello. No caer en la trampa de la culpabilidad. Tratar de reconocer todos los juicios y pensamientos que estamos generando como consecuencia de lo que nos pasa.
- Cuidarnos y tratarnos con la mayor amabilidad. Como cuando se trata de calmar a un niño.
- Desarrollar ecuanimidad. Tratar de ver el proceso de forma impersonal. Quitarle hierro, e incluso, si nos apetece, utilizar el sentido del humor, que reduce el problema en vez de agrandarlo.
Esta poesía de Danna Faulds, simboliza la aceptación:
“A la vida no se la puede controlar.
Trata de acorralar a un rayo,
o de dominar a un tornado.
Detén a un río y creará un nuevo cauce
Resiste y la marea te hará caer.
Permite y la gracia te aupará a un nivel superior.
La única seguridad reside en dejar entrar a todo:
lo salvaje y lo débil; el miedo,
las fantasías, los fracasos y el éxito.
Cuando la pérdida arranca las puertas del corazón,
o la tristeza encubre tu visión con desesperanza,
La práctica consiste sencillamente en soportar la verdad.
Si escoges abandonar tu forma conocida de ser,
Todo el mundo se revela ante tus ojos nuevos.
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LOLA LOPEZ
AUTORA DEL LIBRO MINDFULNESS EMPRESAS. “LA EXCELENCIA EMPIEZA EN TI”. PIDE TU LIBRO : http://myBook.to/MindfulnessEmpresas
Sat MINDFULNESS PARA LA EXCELENCIA EN EL LIDERAZGO
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