Hoy día, que vivimos en una interconexión permanente, y teniendo innumerables focos que reclaman nuestra atención a todas horas, podemos decir que la oportunidad de distracción nos llega de infinitos sitios.  

En el entorno exterior, el bombardeo de propuestas que tenemos a diario, para conocer, hacer y resolver de inmediato, es ingente.

Nuestro instinto natural es atender cada cosa. No perdernos nada. En esto consiste la impresión que necesitamos tener de que llevamos el control de nuestra vida. Esta impresión es a todas luces ficticia, ya que no podemos controlarlo todo, pero, aun así, no nos resistimos y nos sentimos bien intentándolo.

   Esta necesidad de atender y gestionarlo todo, hace que en vez de a la atención concentrada, tendamos aún más a la dispersión.

Pero nuestro cerebro tiene capacidad para hacer una cosa bien cada vez.Cuando tratamos de abarcar más, la calidad de lo que hacemos disminuye y cometemos más errores.

Aunque seamos capaces de pasar de una actividad a otra con cierta rapidez, lo cierto es que esto, no es lo mismo que estar haciendo varias cosas en el mismo minuto. Aunque nos dé la impresión de que sí, pues el cerebro humano es muy rápido cambiando de tareas.

Nuestro cerebro, está preparado para atender de forma óptima, una cosa y después otra. De forma secuencial, pero no varias juntas. Realmente si hacemos varias cosas que requieren nuestra atención, no estamos haciendo bien ninguna. Podemos aprovechar mejor el tiempo si nos centramos en una tarea en concreto, y después en otra, con atención plena, en vez de intentar abarcarlo todo.

La energía que gasta el cerebro al cambiar su foco de atencióncontinuamente agota por otro lado nuestra capacidad, es por eso por lo que nos cansamos más, y rendimos menos, al hacer muchas cosas a la vez.

   Por otro lado, al centrarnos solo en una tarea, tenemos la oportunidad de vivir el momento y la experiencia, como si fuera única, lo cual nos pone en el terreno de resolverla mejor, y disfrutarla más.

Es cierto que cuando las conductas están automatizadas, o se han convertido en hábitos, podemos llevarlas a cabo sin atención, pero con el inconveniente de que no conseguimos resolver cualquier imprevisto que se presente, y esto puede traernos consecuencias nefastas.

Por ejemplo, cuando conducimos, lo hacemos de forma automática, pero si por ello no prestamos demasiada atención en la carretera, y nos ponemos en “piloto automático”, elevamos exponencialmente la posibilidad de tener un accidente, ya que, al no prestar atención, no podremos resolver cualquier imprevisto que se presente.

Goleman demuestra en su libro “Focus”, que nuestro cerebro está diseñado para atender una cosa cada vez.

Focalizar la tarea plenamente nos lleva a poder hacerla bien, cometiendo menos errores y siendo más productivos. Esta es una habilidad que también podemos aprender.

   La atención plena ayuda al cerebro para que utilice más, y de mejor forma, todos sus circuitos neuronales, de este modo aumenta su facilidad para controlar y entender también nuestras emociones.

Ejercitar nuestra capacidad de atención y concentración, hará que podamos aprovechar mejor el único tiempo que tenemos para vivir, que es el momento presente. Además rendiremos más, esforzándonos menos.

_________________________________________________________________________

LOLA LOPEZ

 

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies
X