Una de las cosas que más influye en nuestra vida, es el trabajo.
Pasamos muchas horas trabajando. El bienestar que podemos alcanzar a través de él, compone y completa lo que llamamos felicidad. Pues es una parte muy importante en la vida de una persona.
No hacer lo que nos gusta, tener la impresión de que no crecemos personal o profesionalmente, y no sentirnos reconocidos y valorados, hará que estemos  desmotivados, y como en una cadena de acontecimientos viciados, nos alejemos de la plenitud y el bienestar.
Sentirnos desmotivados, será lo que propicie que carezcamos del impulso necesario para llegar a algún fin.
Nuestro propio desarrollo, y la consecución de las metas personales y colectivas, quedara en un mero trámite por el que apenas sentiremos nada, y, por tanto, haremos lo justo y necesario para poder salir adelante sin ser cesados por la empresa o “despedidos” por nuestros clientes.
Merece la pena encontrar la razón a lo que hacemos, y sentirnos útiles. Así como dedicar tiempo y esfuerzo por averiguar nuestra capacidad, talento, facilidad e interés por algo.
Desgraciadamente, no siempre conseguir la motivación depende de nosotros. Nuestro trabajo y entorno determinan en gran medida este aspecto.
Aunque seguramente nuestros primeros pasos, y las decisiones que tomemos en cada momento crucial de nuestra vida, serán  decisivos.
Así como la valentía para estar dispuestos a cambiar y buscar cosas más adecuadas, que nos hagan más felices, y que sintamos más acordes a nuestros propósitos e inquietudes.
La motivación en el trabajo, por la importancia que tiene para los individuos y para la empresa, ha sido estudiada muchas veces en profundidad.
Se han hecho muchas investigaciones reales para saber cuáles son los elementos motivantes necesarios para el pleno rendimiento y satisfacción de las personas.
Tony Fisher, emprendedor y hombre de negocios, que en un momento de su vida se hizo cargo de una compañía cuyo futuro era bastante incierto, logro crear una cultura empresarial basada en la felicidad de sus empleados.
Esta ha sido una de las primeras aproximaciones a este concepto que hasta entonces, había sonado utópico.
El describe tres tipos de condiciones para que se dé la felicidad:
-Sentir placer cuando se hace
-Tener pasión por lo que se hace
-Tener metas elevadas en cuanto al logro en el trabajo.
La diferencia entre las tres es el grado de sostenibilidad. Pues ya es sabido, que la felicidad a través del placer es poco sostenible.
El placer solo, es algo efímero que deja poca huella. Por eso es necesaria la pasión, y como último peldaño motivacional, tener una meta elevada que nos haga poner los ojos en algo que merezca la pena.
Esto quiere decir que, si hayamos un propósito, valido para nosotros en la vida, nos encontraremos más plenos, haremos ademas lo que nos gusta, y alcanzaremos más fácilmente el reconocimiento.
Cuando trabajamos para un fin, que nosotros consideramos elevado, el propio trabajo es la recompensa.
Para tener motivación, por tanto, debemos en primer lugar, poner propósitos y valores a lo que hacemos, después, no perder de vista el futuro que nos gustaría tener, y por ultimo ser resiliente cuando encontremos obstáculos en el camino, para no desviarnos de nuestras metas.
Según Daniel Goleman, estudioso de estos temas por excelencia:  cuando tenemos pasión por lo que hacemos, podemos llegar al ansiado “flujo” que es lo que él llama “el motivador definitivo”.
El flujo se desencadena cuando el trabajo está a la altura de la habilidad de quien lo lleva a cabo, con un grado de dificultad suficiente para que presente un reto, pero sin ser tan compleja que nos produzca excesiva ansiedad o preocupación por no saber acabar la tarea.
 Pink, otro estudioso de la motivación en el trabajo, utiliza muchos años de investigación para llegar a la conclusión de que recompensas externas como el dinero, no son el elemento más motivador, sino que lo más motivador corresponde a elementos que él llama intrínsecos y que son:
-Autonomía o deseo de dirigir nuestra vida,
-Maestría o deseo de mejorar, y
-propósito, que es encaminaros al servicio de algo que consideramos mayor que nosotros mismos.
Explica que los incentivos externos no solo a veces no funcionan, sino que son contraproducentes.
Estos incentivos monetarios trabajan sobre todo para trabajos que son rutinarios y basado es reglas precisas y en tareas que no requieren creatividad.
Según él, si autonomía, propósito y maestría, son los principios establecidos en la cultura de las empresas, se llegará al resultado de conseguir gente satisfecha.
Por último, el psicólogo de la Universidad de Princeton, Sam Glucksberg, uno de los estudiosos con más autoridad en este tema, por su reconocimiento mundial, también ha destacado la importancia de que el empleado, no esta tan motivado por el incentivo económico, como por otros aspectos que tienen que ver con cosas, que afectan directamente a su autoestima.
Ya que una vez que este primero sea justo, adecuado a su desempeño y cubra sus necesidades, no necesita ser incrementado para que el empleado demuestre realmente su interés y motivación en el trabajo.
Según este psicólogo, hay aspectos que son más transcendentes para sentirse bien y satisfecho.
Sus resultados están en la línea de los anteriores investigadores. Y vuelven a poner de manifiesto que no son los aspectos materiales los primeros para lograr la motivación de las personas.
Un trabajador, se siente mucho más motivado, si tiene reconocimiento de sus logros, autonomía e independencia en el trabajo, para tomar iniciativas propias.
Este sentimiento de autonomía se acrecienta con la flexibilidad horaria.
Si un empleado no se siente supervisado continuamente, y sabe que su trabajo es responsabilidad suya como parte integrante de la empresa, y que solo depende de él, sabrá dedicar horas a lo que tenga entre manos, independientemente de que alguien le vigile. Muy al contrario, organizara su tiempo, y dedicara más horas a conseguir el objetivo.
Por otra parte, esta flexibilidad, aumentara el sentimiento de inclusión en la empresa, y de ser parte de la misma, lo cual es también muy importante para las personas.
Por último, este científico apunta, como la mayoría, que es necesaria la pasión por lo que se hace. Así como estar en el sitio adecuado y en el trabajo correcto para poder desarrollar el talento de cada uno.
Si el trabajo no tiene que ver con uno, no tendremos oportunidad de emplear nuestras fortalezas, ni sacar partido a nuestros intereses.
Todo esto quiere decir que en contra de lo que muchos puedan pensar, si ponemos en la balanza el peso de los incentivos, los que tienen que ver con la valoración, la autonomía, la sensación de pertenencia al grupo y el reconocimiento, son elementos más imprescindibles que los puramente materiales, para que alguien se sienta motivado en el trabajo.
Con seguridad merece la pena el esfuerzo, por parte de la empresa, para conseguir que cada recurso humano este en el sitio adecuado, y de dar prioridad a todos estos aspectos señalados, para optimizar su desempeño, y aprovechar algo tan determinante como la motivación personal de cada empleado en su trabajo.

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